Desproporción Cefalo-pélvica verdadera

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Esta madre primeriza estaba embarazada de 43 semanas y tenía un bebé grande. Fuimos a hacer una ecografía para tranquilizar sus preocupaciones de que su bebé estuviera pasado de fecha. Esa noche comenzó el trabajo de parto y la bolsa se rompió. El trabajo fue lento pero parejo. Los latidos cardíacos fetales estuvieron regulares y la madre estaba manejando todo bastante bien. Yo sabía que el bebé pesaba unos 10-11 libras* (Nota de Traducc: 5 kg aprox.), pero la pelvis se sentía espaciosa.

Luego de 24 horas de trabajo de parto, alcanzamos la transición. Cuando la madre estuvo lista para pujar yo descubrí que el labio anterior era imposible de rechazar. La estación* del bebé (Nota de Traducc: grado de encaje) estaba -3* (N de T: móvil, arriba del anillo superior de la pelvis). Hice que la madre se agachara, mientras ella se puso en cuclillas respirando, yo masajeé el labio (del cervix) para retirarlo.

Ahora la madre estaba pujando totalmente dilatada. Una hora después, revisé a la mamá nuevamente para encontrar que el labio anterior había regresado y que estaba edematizado. El bebé estaba en buen estado, pero la estación aún estaba en -3. Volvimos a respirar profundo. Revisé a la mamá nuevamente una hora mas tarde y encontré que estaba con 6 centímetros de dilatación, el labio estaba normal y el bebé en la estación -3.

Tras un período de 24 horas, habíamos retrocedido. Se lo dije a la pareja, y ellos entendieron, que tenían un bebé grande. Después de conversar la situación, decidimos seguir intentandolo. Llegamos a las 32 horas con poco progreso. Para entonces se acercaba el amanecer. Fuimos a caminar afuera hacia el gallinero para presenciar el comienzo del día, respirando aire fresco matutino. Conversamos más. ¿Dónde queríamos ir? Y decidimos partir al hospital. Después de llegar, la mamá estaba con 8 centímetros de dilatación. Con la ayuda manual del doctor, ella volvió a la dilatación completa. Por 2 horas y 1/2, pujó con todo lo que ella tenía. El doctor, un hombre compasivo, finalmente les informó que aunque la mamá podría seguir pujando sin riesgos de salud, informó a los padres que simplemente no hubo progreso. La mamá estaba cansada y la estación del bebé en -3. Nos preparamos para una cesárea.

Recuerdo claramente tomar la mano de la mamá mientras miraba fascinada al doctor liberando al bebé del útero. Recuerdo cómo se veía la cabeza del bebé, mientras el doctor la levantaba, completamente nada moldeada. Estuve segura de que este bebé no habría pasado por los huesos de su madre. Fue un niño saludable de 10 libras y 1/2, fuerte, estable, y muy despierto. Esto fue una verdadera distocia de trabajo de parto, una verdadera desproporción céfalo- pélvica. Todo lo que yo siempre me había preguntado acerca del manejo de la institución médica para la distocia del trabajo de parto, lo estaba viendo con mis propios ojos.

Días más tarde, después de dormir, y de mucha deliberación conmigo misma, mi asistente y los padres, llegamos a la conclusión de que la mamá trabajó con mucha gracia y con poca resistencia para dar a luz a su bebé. Hicimos todo lo posible para ayudarle a parir su bebé vaginalmente, pero en este caso, eso no fue físicamente posible.

Un par de semanas después, me contaron unos amigos en la comunidad, que una de mis colegas había comentado que ésta cesárea ocurrió debido a los temores interiores de parir que tenía la mamá. Me enojé mucho por esos comentarios. ¿Por qué estaba tan enojada? Primero, creo que una partera (matrona) no debería juzgar las acciones de otra partera, especialmente si ella no estuvo presente en el parto. Sin conocer a la pareja, al bebé, al cuerpo de la mamá, ¿Cómo puede alguien medir el estado emocional o físico de la mamá? Me enojé además porque yo escuché este parecer de boca de la comunidad y no de la misma partera. Recientemente, he tenido una necesidad creciente de reunirme con mis colegas de la comunidad, para crear potencia positiva con ellas.

De todos modos, nunca debe ocurrir que las parteras sigan juzgándose unas a otras. Ahora más que nunca es necesario, que las parteras se unan, para aprender unas de otras. No debemos permitirnos sufrir una “distocia de aprendizaje”.

Después de que trabajé con mi ira y pude acercarme serenamente a mi par, fui a visitarla a su hogar. Le di mi versión del nacimiento. Conversamos del parto, y estuvimos de acuerdo en que el nacimiento ocurrió como tenía que hacerlo. Se sintió bien el compartir cara a cara con ella. Trascendimos nuestra “distocia personal”, y dimos a luz una mejor comprensión entre nosotras. Comprendimos la necesidad de hablar directamente, para evitar los malos entendidos. Esto nos ayudará en nuestro camino de la partería (Matrona).

About Author: Jill Cohen

Jill Cohen lives in Mill City, Oregon, with two of her four children. After 20 years as a lay midwife she returned to school to become an RN. She is currently working in a small rural hospital as a primary OB nurse. She was the associate editor of Midwifery Today magazine from 1990 to 2007. View all posts by

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